El Alto Valle del Río Negro bajo la lupa de sus pioneros

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Fundada en 1909, la bodega Humberto Canale tuvo un papel fundamental en el desarrollo de la vitivinicultura patagónica. Y esta larga historia, por supuesto, le ofreció al proyecto un entendimiento único del terroir de su zona de influencia: el Alto Valle del Río Negro.

Sus viñedos están emplazados a lo largo de 160 kilómetros, sobre la margen Norte del río y paralelos a su curso, sobre suelos heterogéneos y pobres en materia orgánica. De origen aluvial, estos suelos se formaron hace 5 millones de años a partir del efecto de los glaciares que dominaban gran parte de la región patagónica. Esos grandes cuerpos de hielo formaron columnas sobre el territorio que dieron origen a ríos como el Limay, el Neuquén y el Negro, además de a numerosos cauces subterráneos.

Como consecuencia, el cauce del Río Negro alcanzó hasta 12 kilómetros de ancho, marca que hoy se puede observar en las bardas Norte y Sur, límites naturales del Alto Valle. En estos faldeos se destacan los efectos de la fuerza de contracción que provocaron la formación de diferentes capas de suelos a partir del quiebre de la roca madre y la erosión ocasionada por el curso del agua.

“Es por eso que actualmente el valle cuenta con un heterogéneo mosaico de suelos de acuerdo a la disposición natural de los materiales principales como rocas, arenas, arcillas, limo y calcáreo laminar. Los perfiles de suelos de mayor consideración son franco limosos, franco arenosos y franco arcillosos”, explica Juan Martín Vidiri, ingeniero agrónomo de Humberto Canale. 

“Los suelos al pie de la barda norte son los más elevados, arenosos y pedregosos y con baja retención de agua. En combinación con las condiciones desérticas, se tornan complicados para el manejo del cultivo. Hacia el cauce del río se encuentran los suelos de media costa, donde se dispone la mayor superficie de viñedos”, agrega. 

Estos suelos de media costa son franco areno/limosos con 45% de arenas, 40% de limo y 15% de arcillas. Este perfil, unido a las condiciones naturales, da como resultado vendimias tempranas y por eso Bodega Humberto Canale los aprovecha para el cultivo de cepas blancas, principalmente Sauvignon Blanc y Chardonnay, y para algunos de sus Pinot Noir.

Mientras tanto, la principal porción de viñedos de Bodega Humberto Canale se ubica en los suelos franco limosos de la región de media barda, con un 45% de limos, 15% de arcillas, 35% de arenas y 5% de calcáreo laminar, con pH neutro (7,5) y escasez de materia orgánica. Gracias al clima seco y soleado de la región y el manejo acertado del riego, estos suelos dan excelentes resultados para Pinot Noir, Merlot, Malbec, Cabernet Franc, Cabernet Sauvignon, Semillón y Riesling.

La amplitud térmica como clave

A esto se une una altitud de entre 180 y 265 metros sobre el nivel del mar, y un clima continental desértico, de carácter fresco a templado. “La temperatura promedio anual es de 15°C, con mínimas reales de entre 10 y 12°C y máximas de 26 a 32°C durante el ciclo de madurez (enero a marzo). Medido de acuerdo a la escala de Winkler, el Alto Valle de Río se encuentra en el grupo 3, con algunas zonas que pueden ser del grupo 4”, señala Vidiri. 

Durante el período de madurez la amplitud térmica diaria de 18 a 20°C promedio se convierte en un factor clave para el balance natural de los ácidos y componentes fenólicos de las uvas. Son las noches frescas las que contribuyen a ese equilibrio durante los meses de vendimia.

La luminosidad de la zona es otro rasgo diferencial del Alto Valle de Río Negro. En ese sentido, Viridi describe que “con un promedio anual de 157 días soleados, pueden llegar a 292 las jornadas de cielos despejados si se suman las semi soleadas. Esta excelente heliofanía se refleja en el color concentrado y brillante de los vinos tintos”. 

En relación a la sanidad de las uvas, esta es favorecida por un bajo régimen de precipitaciones de 180 a 200 milímetros anuales concentrados de mayo a agosto. Además, los viñedos del Alto Valle se benefician de los vientos patagónicos que soplan constantes desde el oeste, gracias a que en estas latitudes la altura de la Cordillera de los Andes permite el ingreso de corrientes intensas, secas, frescas y agradables desde Chile. 

Este aire seco no sólo ayuda a mantener una humedad relativa entre 40 y 55% sino que además permite un desarrollo de hollejos más gruesos en los frutos. Esa particularidad luego se traduce en vinos de mayor estructura tánica. Los vinos elaborados son además frutados, especiados, delicados, elegantes y complejos. El muy buen balance de acidez los hace frescos y con gran potencial de guarda.

Manejo de riesgos

En este marco, una de las principales preocupaciones es evitar el daño por sol. Para ello es importante el manejo de una cobertura efectiva de hojas para evitar pérdida de peso y calidad en los racimos. “El cambio climático produce entre otros aspectos un incremento en las temperaturas que, sumado a vientos secos e intensos, hace necesario un correcto manejo hídrico del cultivo para evitar la deshidratación de racimos o falta de desarrollo en la planta”, agrega Viridi. 

En el caso de las heladas, en el 2023 impactaron de manera significativa ya que las que ocurrieron en la zona fueron largas -más de 8 horas con temperaturas bajo cero- y en un momento muy sensible: mediados a fines de octubre. 

Respecto a las elevadas temperaturas, a partir de mediados de noviembre en adelante adelantaron la madurez, en particular la acumulación de azúcares (y por ende alcohol potencial) en relación a otros índices de cosecha. Para ello fue necesario adelantar la cosecha y manejar hídricamente la planta para evitar su deshidratación.

AAS

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