Arqueólogos israelíes revelan secretos de una milenaria industria del vino

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Nuevas investigaciones han rastreado el meteórico ascenso de la viticultura comercial en esta árida región del desierto del Néguev.

Según publica el sitio Israel Noticias, hace más de 1 500 años las ciudades bizantinas del desierto del Néguev desarrollaron una floreciente industria que cultivaba uvas y aparentemente exportaba un popular vino que llegaba a los mercados de toda Europa y Medio Oriente

El rápido declive a mediados del siglo VI se dio justo cuando el imperio bizantino y el resto del mundo se vieron afectados por una pandemia de plagas y un invierno volcánico.

El estudio fue publicado este lunes en la revista estadounidense Proceedings of the National Academy of Sciences se suma a la creciente evidencia sobre las causas de la misteriosa desaparición de las otrora prósperas comunidades cristianas del Néguev.

La nueva investigación también aborda, aunque no resuelve, un debate más amplio sobre los efectos reales de la llamada Peste de Justiniano, que aconteció en el imperio bizantino a partir de 541.

Bautizada con el nombre del emperador romano de Oriente en esa época, esta primera pandemia registrada de peste bubónica en la historia de la humanidad supuestamente mató a millones de personas en toda Eurasia.

Hace más de 1 700 años, pequeños poblados permanentes en el Néguev se convirtieron en ciudades de auge, ya que los agricultores locales hicieron florecer el desierto utilizando un complejo sistema de canales, terrazas y embalses diseñados para captar y almacenar las infrecuentes pero violentas inundaciones repentinas en esta zona árida.

Pero en unos cuatro siglos estas prósperas comunidades fueron abandonadas en su mayoría. Desde el 2015, un equipo de investigadores encabezado por el profesor Guy Bar-Oz, arqueólogo de la Universidad de Haifa, ha tratado de arrojar luz sobre los factores sociales, económicos y ambientales que subyacen al auge y la caída del Néguev bizantino.

El proyecto, denominado “Crisis en los márgenes del Imperio Bizantino”, cuenta con el apoyo del Consejo Europeo de Investigación y se centra en la aplicación de métodos científicos de vanguardia a lo que es el más preciado de los hallazgos para los arqueólogos: la basura.

Cabe señalar que había otras zonas, más cercanas a la costa mediterránea, que cultivaban uvas para el vino de Gaza, mientras que los asentamientos del Néguev central eran probablemente los puntos de producción más distantes y, por lo tanto, los más caros para transportar el producto.

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